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Desde hace mucho tiempo
    que nadie ha oído,
escuchado ni visto que un Dios que no seas tú
    obre en favor de los que esperan en ti.
Tú vienes a ayudar a los que con gusto hacen lo que es justo,
    los que te recuerdan en todos tus caminos.
Mira, en el pasado, cuando tú estabas enojado
    y nosotros habíamos pecado,
    todavía había oportunidad de ser salvos.
Todos nosotros nos volvimos como alguien impuro,
    todas nuestras obras justas son como una toalla higiénica sucia.
Todos nosotros como una hoja nos marchitamos y caemos.
    Nuestros pecados nos arrastran como el viento.

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